Por ejemplo, os contare que mi padre desde bien pequeña me llevaba los sábados al cine del pueblo.
Mi padre siempre ha trabajado mucho y lo veía poco, pero los sábados eran sagrados, y yo esperaba toda la semana ansiosa para que llegara ese momento. Era mi día favorito de toda la semana. También recuerdo algunos domingos con mis padres en la fundación Miro, en Barcelona. Yo me quedaba allí plantada observando sin entender nada las obras, preguntando a mi madre si existía belleza en todas aquellas pinturas. Mi madre siempre me decía "Cada cosa tiene su belleza" Pero con 7 años esta frase me sonaba a chino.
Yo no entendía nada, tan solo quería saber si era bonito o no. Con el paso del tiempo me he dado cuenta que era lo mejor que podía haberme pasado, y de la suerte que tengo de haber recibido la educación que me dieron, porque puedo ver belleza allí donde muchos no ven nada. Y eso me pasa con las fotografías de Richard Billingham.
Richard Billingham es un fotógrafo ingles, que fue rechazado por 16 escuelas de arte antes de conseguir acceder a la Universidad de Sunderland.
Su padre era maquinista hasta que se quedó sin empleo en plena época de Margaret Thatcher, y ante las nulas perspectivas laborales tomó la nefasta decisión de convertirse en alcohólico y empezar a vivir únicamente de los subsidios. La necesidad de dinero, le hizo vender su casa para pasar a vivir en un bloque de viviendas sociales. Su madre, con un problema de obesidad, fumadora compulsiva y únicamente interesada por los animales domésticos, las chucherías, los tatuajes y los puzzles.
En medio del desolador panorama familiar, Richard Billingham optó por el arte como forma de poner un poco de orden en el caos familiar. Y decidió utilizar su familia como modelos, capturando escenas cotidianas en su casa. Con el tiempo las reuniría en un libro que se titula Ray’s Laugh y que le abrió las puertas del mundo del arte.
Me gusta porque nos muestra una realidad familiar sin artificios ni técnicas de otro tipo, solo la vida en estado puro, sin contener ningún tipo de mensaje social, político o cualquier otro tipo, como alguna vez ha explicado el propio Billingham.
“Mi intención no es la de causar ningún tipo de impacto, de ofender, ni ser sensacionalista o dejar un mensaje político o de lo que sea, solo quiero hacer un trabajo con el máximo contenido espiritual del que soy capaz”, afirma.
Espero que os haya gustado el artista y la obra, y sino, algo nuevo habéis aprendido.
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